«UN PRESENTE DE ENTUSIASMOS GRISES»

INTROITO

Las emociones como la ira, la indignación y el resentimiento atraviesan hoy las redes sociales y los medios de comunicación, con especial reverberación en la opinión de los panelistas radiotelevisivos u opinólogos todoterreno.

Ciertamente se palpa un enojo – sincero en muchos, y artificioso en pocos – que se canaliza ora como denuncia, ora como catarsis [despojo de impurezas] vinculado a la insatisfacción con el estado de cosas, material e institucional de nuestra sociedad.


Se trata de una comunidad, que –globalmente– ha recibido durante décadas una prédica de individualismo y responsabilización personal, inoculado por la predominante ideología neoliberal, de modo que cada cual tiene razones por sentirse abandonado, amenazado, y desconfiado de los demás, sospechando que muchos otros, reciben del Estado (todavía vigente como organizador y distribuidor) VENTAJAS INDEBIDAS o INACEPTABLES.

En ese orden, es que se piensa colectivamente en la corrupción de toda la clase política, o la CULPABILIDAD de los pobres o desocupados, por su incapacidad de procurarse sustento, y el dispendio de recursos “de todos” (con la mía) para su asistencia y ayuda.

Con un discurso paranoide, promovido por algunos políticos de derecha [conservador, pro capital, libre mercado, meritocrático, socialmente vertical , etc.], y, repetido por vastos sectores, tachan a los beneficiarios de políticas sociales de no esforzarse lo suficiente para ascender materialmente, y de demagogo a todo gobierno que origine políticas públicas de asistencia.

Pero, asimismo, desde el espectro opositor, también existen reclamos cruzados del mismo tono iracundo, por; INACCIÓN GUBERNAMENTAL, APATÍA ANTE CRISIS SOCIALES, ESTÍMULO ÚNICO A NEGOCIOS FINANCIEROS, FALTA DE FOMENTO A LA ACTIVIDAD PRODUCTIVA, etc.

Lo que está expresando esa multiplicidad de reclamos, y de diversas fuentes, es que las desigualdades sociales en nuestra era posindustrial, se han atomizado por individualidades, reproducido en todo el entramado de relaciones: laborales, culturales, educativas, económicas, etc., por lo que, en la actualidad, (a diferencia de la perspectiva clasista típica del siglo XX), se han desdibujado los adversarios y la vera causa de los problemas. Ya el análisis no puede ser dicotómico, tal como entonces; patrón/obrero; burgueses/trabajadores; capitalista/campesino, etc.


La mirada al ser menos colectiva, y preferentemente individual, se nutre de experiencias personales de la cotidianeidad, y la comparación entre ‘vecinos’ con sus diferencias en el acceso a consumos, prestaciones, educación, subsidios, vivienda, empleo, etc.

Cuesta pensar las problemáticas desde una PERSPECTIVA COMUNITARIA. Por ello, ni siquiera se cuestiona la élite de privilegio que domina el rumbo del país, es que no hay -a decir verdad- ninguna interacción con esa minoría, que, -digamos también -, no es estratégicamente muy afecta a la aparición en público, como no sea en pequeñas representaciones institucionales, tales como cámaras, foros y asociaciones empresarias.

Ante este panorama; hay un microclima virulento y desconsolado, y no vemos en la discusión pública un relanzamiento de la oferta de izquierda, nacional y popular, progresista, que pretenda encauzar colectivamente esa indignación, mediante una impugnación clara contra el creciente autoritarismo del gobierno de ultra derecha “libertaria”, presentando al mismo tiempo un PROYECTO CONVOCANTE para transformar la ira en un cambio social para (nuevamente) el beneficio de las mayorías.

LA SOCIEDAD QUEBRADA


Desde la Sociología, muchos autores –con diferentes perspectivas y niveles de análisis– se han dedicado a dar cuenta de las “nuevas” desigualdades que se advierten en el capitalismo contemporáneo, al que muchos coinciden en llamar “financiario”, estudiando sus causas y factores determinantes, repasar sus características, y aportando abordajes para interpretar dinámicas y procesos asociados al fenómeno de la metamorfosis de la sociedad occidental y sus consecuencias, en el último medio siglo [modernidad tardía o líquida]. En ese plano podemos inscribir el CUESTIONAMIENTO DE LA NOCIÓN DE JUSTICIA SOCIAL, LA MERITOCRACIA COMO PRINCIPIO RECTOR DEL PROGRESO, LA PENDIENTE HACIA LA ESTERILIDAD DE ALGUNAS INSTITUCIONES, etc.

La SOCIEDAD INDUSTRIAL como modelo fue mutando, y pasó de contar con estructuras estables (clasista si se quiere), en las que se asentaban identidades colectivas y narrativas que dotaban de sentido a las vivencias de cada cual, según la posición que ocupara en las relaciones económica-laborales de la comunidad, a una en que, los individuos deben adaptarse constantemente a cambios rápidos y a riesgos emergentes, y con una diversificación de intereses y necesidades, que reemplazó aquellas identidades tradicionales, desagregando posiciones, calificaciones y estatus, de lo que resultó una variopinta ATOMIZACIÓN DE LOS SECTORES.


Las experiencias de la desigualdad en nuestra época, son básicamente individuales. El propio sujeto cuestiona su propia valía, si no cumple sus aspiraciones. Al no tener claramente un relato interpretativo de conjunto, es decir, colectivo o solidario, le cuesta a la persona canalizar su ANGUSTIA y HUMILLACIÓN, lo que suele transformarse en IRA o RESENTIMIENTO.

Hoy, dada la ausencia de estructura social relativamente estable del estado benefactor (aunque fuera también relativamente injusta), existe una dificultad para que los individuos se reconozcan en circunstancias relativamente homogéneas entre sí. Hay, además, por imperio del individualismo que subyace en el nuevo modelo, una multiplicidad de criterios que forjan las percepciones de la desigualdad y las identificaciones.

El mérito y el desempeño propio devienen ORDENADORES DE LOS STATUS. De esta manera se concluye con que; el régimen de desigualdades múltiples constituye un rasgo estructural de las sociedades de hoy.

En ese sentido, los elementos tales como el género, el nivel educativo, el origen social, la moda consumida, la tribu urbana de pertenencia, etc., todos contribuyen a establecer jerarquías puntuales (aunque cambiantes) que podríamos traducir en referentes sociales inestables.

ALGUNAS CONSIDERACIONES MULTIDISCIPLINARIAS


Téngase en cuenta, que las perspectivas individuales, solo abarcan las diferencias o desigualdades más cercanas, en un nivel micro, pero, precisamente por eso, se perciben más reales, más punzantes, que las que pueden provocar conocer la concentración de enormes sumas en una ÉLITE QUE NO SE VE, o es llanamente desconocida [si se quiere; una abstracción].

Esto explica en parte, porqué muchos ciudadanos hoy, especialmente los más jóvenes, no se sienten atraídos por propuestas ‘populistas’ y/o progresistas, cuya narrativa apela a GESTAS COLECTIVAS, CAUSAS COMUNES, UTOPÍAS, [partidos programáticos], que no siempre persuaden al problematizado por la coyuntura diaria [que, justo es decir; tampoco tiene el entrenamiento de pensar en lo general para mejorar lo particular].

Desde lo puramente político, es necesario puntualizar que, cuando sobrevuela la INCERTIDUMBRE en la comunidad, los actores propenden a separarse de aquellos que cuentan con peor condición de la propia, y, como advertimos en la introducción, son susceptibles de adscribir al viejo recurso fascista de culpabilizar a pobres, minorías, excluidos de toda laya, solo a modo de catarsis, ya que esa postura, además de inmoral, no cuenta con ningún argumento lógico para sostenerla. Pero tal como insistimos en nuestros artículos, como una letanía: Para mal o para bien; la política se vincula mejor con la EMOTIVIDAD que con la RACIONALIDAD.

Resumidamente, el caso es que, ante tanta subjetividad, se diluyen posibles (y reales) adversarios, y se impide la ACCIÓN COLECTIVA en consecuencia, y si no hay respuestas colectivas, lo que emerge es las expresiones de mucha indignación individual.

LA ECONOMÍA FRAGMENTADA



La GLOBALIZACIÓN trajo una nueva etapa de capitalismo, en la que se registran una diversidad de modelos de producción, así como la consolidación de los mercados financieros, el gobierno corporativo de tecno-empresas y fondos de inversión influyendo en la política, la separación geográfica de los lugares de producción y consumo, el surgimiento de aplicaciones que conectan a los clientes con los proveedores de servicios, las tecnologías de vanguardia, etc., que coexisten con los mercados nacionales y los nichos locales, y, conducen a una diversificación de las condiciones de vida. Por esta razón, la movilidad ascendente se da a nivel MICRO, con escasa verificación a nivel MACRO.

Alguna incidencia debe tener el vulnerar un principio democrático tan caro, como es la IGUALDAD (que pese a la singularidad de cada cual, debe darse a nivel macro), en la percepción de los individuos.

Tanto individualismo, por otra parte, trajo por un lado que los gobiernos – indistintamente de derecha o de izquierda –, diseñan incontables políticas y dispositivos [programas sociales específicos] que apuntan a desigualdades particulares y problemas sociales singulares, es decir; ya no aplican CRITERIOS GENERALES, a la vez, que constituye un problema para los procesos de representación política y social: falta una visión global de la sociedad, con sus nuevas peculiaridades.

No siempre hay convergencia de luchas. A su vez, se genera un VACÍO POLÍTICO, que, en algunos sectores, atiza la ira y la desconfianza hacia la democracia representativa. Allí es donde las expresiones demagógicas libertarias, «hacen su agosto», facilitado además, por la ausencia de ofertas políticas racionales (serias).

CONCLUSIONES


El imaginario solidario, era condición para la existencia de un contrato social, a la vez fundamento del Estado de Bienestar. Contrato que entendemos si no definitivamente roto; severamente dañado. La indignación no conduce a resolver el conflicto, solo la política puede, superar las protestas y los movimientos sociales ad hoc.

Si como dice el sociólogo francés François Dubet analizando la sociedad europea, (y ciertamente coincidimos para las de nuestro hemisferio), vivimos en una época dominada por las PASIONES TRISTES [miedo, resentimiento, tristeza, etc.] que nos quitan la fuerza para actuar (al pueblo llano) , entonces, el imperativo democrático es salir de ese sinsentido inconducente.

Nosotros hemos destacado, que, en estas latitudes, ya no quedan grandes relatos de esperanza como otrora: el PROGRESO, la JUSTICIA SOCIAL, la REVOLUCIÓN o el BIENESTAR. Esas metas que antes movilizaban a las masas, se han derrumbado en la sociedad moderna individualista. Hoy parece prevalecer la competencia entre ‘solitarios’, el lema triunfal parece ser «el sálvese quien pueda» (económico y emocional).

Esta sociedad que ya no se piensa a sí misma, desconfiada y tolerante de la exclusión, debe ser revertida por el BIEN COMÚN. La fórmula parece estar en reemplazar el resentimiento por el compromiso, y la incertidumbre con la imaginación. Reflotar le empatía, para lo cual se requiere repudiar públicamente los discursos violentos que solo endurecen posiciones.


La reconstrucción de los vínculos con otros sectores populares, no admite gritos, pero tampoco tibieza (ya hemos visto su futilidad), se trata de pronunciarse con vehemencia, pero escuchando al otro, generando CONFIANZA. Un disenso en la democracia no implica ni una amenaza ni grietas obligadas, sino riqueza de ideas.

Lo rebelde hoy consiste en imaginar lo común, buscando el consenso, para lo cual se debe apartar lo dogmático y no repetir viejas fórmulas. A las QUEJAS; SOLUCIONES propuestas, como punto de partida, y al DESENCANTO; el DESAFÍO de una nueva versión de Proyecto de País.

La clase política democrática tiene que tomar el camino de proponer otro horizonte de justicia social, con políticas públicas universalistas, un proyecto convocante promoviendo puntos en común de los diversos sectores. No es con «indignación», pues en nuestro sistema, donde el estilo es AGONISTA, [siempre en pugna, no cooperativo] difícilmente nos lleve a reducir desigualdades.

Otra es la AGENDA que imponer. El enemigo más cercano (y peligroso) es la DESARTICULACIÓN SOCIAL y el PESIMISMO. En política, solo la Esperanza gana –a la corta o a la larga– la contienda.
Noviembre 2025